miércoles, 23 de julio de 2008

Sigo con el capitulo 1. Gracias por los consejos ^^


---
- Sólo ha sido un susto... es lógico que se haya desmayado.
- Perder a su padre con tan sólo doce años...
- Y a su madre hace poco...
- Todo rerrible...

Alyna oía los fragmentos de una conversación como si proviniesen de muy lejos. Le costó abrir los ojos y darse cuenta de que estaba tumbada en la cama de su habitación y las mujeres que conversaban eran Minerva, su madrastra, y la enfermera del pueblo. Minerva estaba vestida de luto, con ropa elegante que a Alyna le pareció ofensiva por lo ajustado del corsé. Minerva tenía unos cuarenta años pero lucía un cuerpo de veinteañera, que atraía las miradas de los hombres y levantaba envidias entre las mujeres. Alyna estaba intentando recordar lo que había ocurrido cuando Minerva la miró con sus ojos felinos y sonrió con tristeza.
- Shayra, ¿puedes dejarnos solas? Necesito hablar con Alyna
-Claro, señora D'Avignon. Recuerde darle la poción una vez al día a la joven y al muchacho.
- ¿Dàmian?- Dijo Alyna de repente, comenzando a incorporarse- ¿Qué le ha pasado?
- Mi hijo está bien, Alyna - Minerva se acercó y obligó a la chica a recostarse de nuevo - Sólo tiene un pequeño resfriado. Debió cogerlo al traerte al castillo. Ha pasado contigo toda la noche, casi tuve que arrastrarle esta mañana para que se fuese a dormir, ¿sabes? - Minerva sonrió con dulzura y algo de orgullo. Alyna no sabía que decir, tanta gratitud la hizo sentirse algo mejor. Al ver que la niña no decía nada Minerva siguió hablando - Alyna, la muerte de tu padre ha sido un duro golpe para todos, incluso para la gente del pueblo que le querían con locura. Yo tambien quería a tu padre y supongo que por eso te entiendo mejor que nadie, pero debemos seguir adelante y continuar nuestras vidas. Como supondrás yo me haré cargo de tu tutela y seguiré llevando a cabo las funciones de alcalde de tu padre. Espero que todos pongamos de nuestra parte y facilitemos la convivencia, por el bien común.
Alyna la escuchó pensativa. No había pensado que Minerva se encargaría de ella hasta que pudiera valerse por sí misma y le pareció un cambio radical. Al darse cuenta que Minerva la miraba con impaciencia Alyna asintió levemente con la cabeza.
- Ayudaré en lo que pueda para que todo salga bien.
- Perfecto - Minerva se levantó y caminó hacia la puerta. Justo cuando estaba apunto de salir se giró. - Ah, en dos días será tu duodécimo cumpleaños, ¿Querías celebrarlo de alguna manera especial?
Alyna negó apresuradamente, era macabro celebrar que ella seguía viva un año más cuando su padre estaba muerto. Supuso que ese día sería el entierro y se sintió débil de pronto.
- Lo entiendo. Pronto te subirán algo de comer y una pócima que debes tomar. Al anochecer espero que estés mejor y puedas asistir al entierro.
- Claro. Estaré allí
Alyna vio como Minerva salía de la habitación sin asimilar todavía los cambios que habría en su vida; nunca más volvería a ver a Litheron, Minerva sería su tutora legal y la jueza y alcaldesa de todo Seandel, Alyna cumpliría 12 años y empezaría a dar más clases importantes. Se hallaba sumida en estos pensamientos cuando llamó la puerta y tuvo que darle paso forzando la voz. Dàmian entró a la habitación con una bandeja en sus manos y una sonrisa amable en los labios.
- Buenas tardes, princesa. - Se acercó y dejó la bandeja en una mesita para abrazar a su hermanastra.
- Aún me parece estúpido que me llames así. ¿Qué soy?¿La princesa sin reino? - Dijo la joven con dulzura, sin intentar ofender a Dàmian.
- No, eres la princesa de Seandel y podrías ser la reina de todo Inglorion si te lo propusieras.
- Loco- Alyna sonrió pero al instante volvió a su expresión seria, sintiendose culpable por mostrar alegría.
- ¿Qué tal estás?
- Físicamente no estoy mal, me duele la garganta y poco más. Mentalmente... me falta un poquito más para recuperarme, son muchos cambios repentinos.
- Dale tiempo. Yo pasé por algo parecido cuando murió mi padre y nuestros padres se conocieron. Al venir a vivir aquí fue un cambio tremendo pero sin ese cambio no nos conoceríamos.
- Es cierto. ¿Cuántos años hace ya que estás aquí?
- Cuatro. Aunque creo que nuestros padres se conocían de antes. - Permanecieron unos instantes en silencio pensando en el paso del tiempo y en las vueltas que da la vida. Después fue Dàmian quien rompió el silencio- Te dejo comer tranquila. Descansa un rato más y ve concienciándote para el entierro. Vendré a buscarte.
Alyna asintió en silencio, sin saber bien que decir. En otras circunstancias le habría pedido que no la dejara sola, que se quedase a su lado, pero en aquellos momentos necesitaba reflexionar.
- ¡Dàmian! - El aludido se giró antes de salir - Gracias por traerme al castillo y ayudarme en lo posible. Estoy en deuda contigo.
- Era mi deber, Alyna, eres mi mejor amiga.- A Alyna le sorprendió que la llamara amiga y no hermana, aunque si lo pensaba detenidamente, tenía a Dàmian más por su amigo que por su hermanastro. - No me debes nada, solo ponte bien.
Dàmian salió de la habitación cerrando la puerta tras de sí y Alyna sintió de repente el peso de la soledad.Se deshizo con rapidez del pesimismo e intento razonar y pensar en frío. Comió despacio, distraída y se tomó después la pócima que le habían llevado, reprimiendo las arcadas. Tenía un sabor realmente amargo, pero al poco tiempo sintió su energía renovada y bendijo el asqueroso elixir. Tras unos instantes se quedo dormida, pero no pudo dormir debido a las pesadillas con Minervas malvadas y hermanastros que sufrían torturas.
Se vistió con un vestido que le habia comprado su padre para el entierro de su tía Lorel, hacía un año. Se recogió el pelo en un moño sencillo y elegante y se miró en un espejo. Se veía años más mayor. Llamaron a la puerta y entró al dormitorio Claire, una criada de gesto tímido que no llegaría a los dieciocho años de edad, pero cuya familia acompañaba a la de Alyna desde hacía siglos.
- Le doy mi más sentido pesame, señorta. No sabe cuanto lamento la muerte de su señor padre.
- Gracias, Claire. ¿Qué deseas?
- La señora Minerva me ha dicho que la peine y le empolve un poco el rostro, señorita.
- ¿Maquillarme? Voy al entierro de mi padre no a una sala de prostitutas. - Claire bajó la vista, entre avergonzada y escandalizada. - Puedes irte, Claire, gracias por venir.
- Pero... - Alyna la miró con severidad y aunque parezca mentira, aquella niña de apenas doce años echaba fuego por la mirada.- En unos diez minutos saldrá la señora D'Avignon, señorita.
- Claire, ¿me puedes hacer un favor?- Claire asintió, algo asustada - No la llames señora D'Avignon en mi presencia. Llamala Minerva.
- Sí, señorita, disculpe.- La criada hizo una reverencia y salió apresuradamente. Alyna se sentía algo mejor tras desahogar su rabia. Se volvió a mirar en el espejo. EL pelo negro recogido así le hacía verse mayor y sus ojos plateados reflejaban el dolor de su pérdida. Salió de la habitación y recorrió el corto pasillo que había hasta las escaleras donde vió a Dàmian. Estaba tremendamente serio e iba vestido con un traje negro y gris. El cabello rubio oscuro estaba concienzudamente peinado.
- Iba a ir ahora a buscarte.- Dàmian reprimió las ganas de decirle a la chica lo elegante y hermosa que estaba y al mirar los ojos de plata de su amiga se dió cuenta de que algo había cambiado en Alyna y que a pesar de sus doce años tenía la madurez de alguien mucho mayor.- Creo que con todo el ajetreo no he tenido tiempo a... a darte el pésame. Lo siento. Yo también apreciaba a tu padre.
Alyna asintió con gravedad y cogió el brazo de Dàmian con delicadeza para descender las escaleras. Salieron del castillo detrás de Minerva y se dirigieron al cementerio, donde se enterraba a todas las personas de Seandel y donde Litheron quería descansar eternamente, junto a sus ciudadanos. Antes de la entrada al cementerio se había colocado un arco y una tarima para poder celebrar una misa al aire libre. Un monje estaba en la tarima, contemplando a los presentes mientras Alyna saludaba a los ciudadanos y sirvientes que la daban el pésame. Alyna y Dàmian se colocaron en primera fila junto a Minerva, que se limpiaba con un pañuelo de encaje las lágrimas que caían de sus ojos. Delante de la tarima había un ataúd cerrado en el que Alyna se imaginó a su padre, reprimiendo un escalofrío.
- Todo está saliendo como el quería- Murmuró Minerva, emocionada. El monje juntó las manos solemnemente, en actitud de rezo y la gente dejó de murmurar.
- Hermanos, hoy vamos a honrar la vida de un hombre cuyo nombre resonará por las calles de Seandel durante años. Litheron D'Avignon fue el mejor Reyechuelo que este pueblo ha podido tener y esperemos alcance la felicidad al lado del Señor...
Dàmian apretó la mano de su amiga que miraba el ataúd, pero ella no le respondió. Sentía que todo era una farsa, que si el señor existiese no se habría llevado a su padre.Cuando el monje terminó el discurso bajó de la tarima y Minerva se adelantó para subir. Alyna la miró con rabia y frialdad:
- Es mi padre, si no te importa quiero subir yo a la tarima.
- Claro, Alyna, estas en tu derecho.
- Por supuesto.- Alyna se adelantó y subió a la tarima lentamente con rigidez. Una vez allí echó un vistazo a los presentes y comenzó a hablar.

3 comentarios:

Patricia dijo...

Admiro demasiado lo que has escrito como para tener la capacidad de hacer una critica constructiva. ME ENCANTA. Actualiza pronto nena. Mua

Violette dijo...

Amoor qué bien escribes *_______*

Soy Vio :shy:


Mmmm...voy a ver cómo se hace para ponerte en mi blog xDD

Besines guapa!

Palabra dijo...

a ver cuando continuas la historia! de momento es solo una presentación, pero tiene que ir construyendo un qué, un mensaje vestido de relato. Sigue escribieno por que el golpe propio, este que atrapa cuando lees un texto por su personalidad, lo tienes. Animo!!