jueves, 28 de agosto de 2008

Daria lo que tengo por tnerte aquí


Siempre he sido la clase de persona que infravalora a todo aquel que se pone excesivamente cursi/pesado con el amor pero ahora me toca verlo todo desde el otro punto de vista.
Llevo dos días sin apenas salir de casa, apenas como, apenas duermo... no tengo ganas de nada excepto de estar con él y no puedo.

Esta vida es una mierda... Odio todo esto...


Y lo peor es que aunque trate de evitarlo te echo tanto de menos...

4 meses... será imposible.



Te quiero

domingo, 10 de agosto de 2008

Por variar





Para la niña de los ojos tristes todo era vacío. Hacía mucho tiempo que había dejado de sentirse viva con el gran sentido que esta palabra tiene, aunque solo los que la han perdido loconocen. La vida es todo, es ilusión, es ganas de levantarse, de sonreír, de llorar, de perder o de ganar, de comerse el mundo, de cometer locuras, de atreverse, de acobardarse... la vida es lo bueno y lo malo y estás muerto cuando no tienes sensaciones ni sentimientos. Así se sentía ella.
Entonces sonó el teléfono. Lo dejó sonar. Espero a que alguien lo cogiera pero nadie lo hizo y finalmente descolgó el auricular. La voz de él sono fría, sin sentimientos, un golpe para ella, pero se armó de valor y contestó. La conversación no duró más que unos segundos y a ella le había dado un vuelco el corazón, su frío y muerto corazón. Se encontraron junto con todos los demás en un parque desierto. A ella le pareció que solo existía él y todos los demás eran un sueño o quizá todo fuese una pesadilla. Le observaba de reojo, mirando sin mirar, con dulzura, con dolor, intentando darle con una mirada todo lo que no podía. Nunca podría.
Entonces llego una chica. No era impresionante, pero era guapa. La conocía poco, tenía fama de ligerita de cascos, de lanzarse a cualquier ser vivo al cuello, siempre para morder aunque no siempre de la misma forma. Le abrazo, le sonrío con picardía, él la miraba con su falsa indiferencia. Y ella sentía la rabia, el dolor, el miedo, la fuerza renovada y la fragilidad... sentía tanto que se sintió desbordar y de nuevo volvió el vacío, pero estaba vez dolía como cien puñales.