miércoles, 8 de abril de 2009
El tiempo ...
Mis pasos no están condicionados por otros pasos, mi pensamiento no está limitado por el qué dirán, mi alma es libre y mis metas son elegidas por mí.
No quiero ser un alma encerrada entre protocolos y actuaciones comunes.
No soy un espíritu sin mente, que ha perdido sus pensamientos por ser un "ejemplo" de esta sociedad.
No soy ni seré nunca una persona prefabricada.
Estoy harta de veros parlotear por las calles con vuestros teléfonos móviles de última generación, harta de vuestro pensamiento material, harta de ver cómo dejáis que vuestra personalidad esté sometida a las leyes inmorales que ahora se toman, harta de ver que no tenéis principios ni ideales, harta de una sociedad que más que de personas es de animales, sin querer ofender a estos pues parece que, en lugar de ser nosotros la "especie inteligente" no somos más que meras marionetas subordinadas a alguien de nuestra propia especie.
Esta sociedad da asco, ¿y os sigue extrañando que haya personas anti-sistema?
El tiempo es la más valiosa posesión de un ser humano, piensa en qué lo empleas.
miércoles, 3 de septiembre de 2008
Pecado [Parte 1]
Caminaba entre las mesas moviendo las caderas de aquella forma tan única, de aquella grácil forma.
Un hombre la miró con deseo cuando pasaba y la lanzó un piropo al aire:
- Tus ojos son los luceros que alumbran mi camino, preciosa.
Ella se giró y tras guiñarle un ojo le dedicó una sonrisa dulce, llena de esa picardía que la caracterizaba, con ese brillo peligroso en los ojos que a todos volvía loco.
Ella no era de nadie, nada la ataba, era sensual, poderosa, libre, por eso todos deseaban tener cualquier acercamiento a ella. Era el pecado en forma de mujer morena que no pasaría de los veinticinco.
Se había convertido en una de las personas más conocidas de la ciudad y aún así seguía siendo un misterio para la mayoría de habitantes, ni la mitad de ellos sabía su nombre, ni su dirección, ni si tenía novio o familia, ni siquiera sabían si tenía otro trabajo aparte de bailar en ese bar.
De vez en cuando algún joven aparecía diciendo que se había acostado con ella, que era mágica y poderosa, como un huracán, como la corriente del agua. Iba una y otra vez a buscarla, gritaba su nombre desde la puerta pidiendo una noche más en su lecho, hasta que los de seguridad se cansaban y les hacían olvidarla para siempre.
Aquella noche ella vestía una camiseta granate que le quedaba algo pequeña, pues dejaba al descubierto su perfecta cintura y el pendiente de su ombligo. Llevaba también unos pantalones cortos, muy cortos con un cinturón ancho.
Ella volvió a subir al escenario de aquel lujoso cabaret y se acercó al micrófono:
- Hoy está la sala llena. Me alegra ver que todos venís a llenaros de emociones- Su dulce voz llenaba toda la sala. Nadie se atrevía a susurrar si quiera - Espero que os divirtáis muchísimo aquí y no sea vuestra última visita. Y ahora... vamos con el segundo espectáculo de la noche. Nuestras chicas más inocentes bailando "Baby One More Time". Gracias.
Los aplausos y piropos llenaron la sala mientras la voz de Britney sonaba en la sala, con más chicas bailando ahora en el escenario. Eran todas hermosas y sensuales pero ninguna se podía comparar con Ella.
Stephan contemplaba todo desde su mesa. Era la primera vez que entraba en un cabaret y intentaba acordarse de cada una de las sensaciones para después apuntarla en su diario. Stephan era profesor de inglés en una academia española. Tenía tres meses de vacaciones y aprovechaba para viajar y sacar a relucir su talento; la fotografía. Miro a la parte que separaba el escenario de los baños y vió a aquella diosa del pecado mirándole fijamente. Cuando sus miradas se cruzaron ella se mordió el labio y le hizo una seña para que se acercase, él estaba tan nervioso que podía oír los latidos de su corazón como si tuviese un altavoz en el pecho. Miró a su alrededor y vió a todos aquellos hombres mirando a las chicas con cara de viciosos, de repente sintió un asco increíble por todo aquello y se levantó. Ella ya no estaba en la puerta de los baños.
Espero que os guste :lala: tiene continuación ^^ Se aceptan todo tipo de críticas constructivas y si lees... ¡¡Comenta!!
Un hombre la miró con deseo cuando pasaba y la lanzó un piropo al aire:
- Tus ojos son los luceros que alumbran mi camino, preciosa.
Ella se giró y tras guiñarle un ojo le dedicó una sonrisa dulce, llena de esa picardía que la caracterizaba, con ese brillo peligroso en los ojos que a todos volvía loco.
Ella no era de nadie, nada la ataba, era sensual, poderosa, libre, por eso todos deseaban tener cualquier acercamiento a ella. Era el pecado en forma de mujer morena que no pasaría de los veinticinco.
Se había convertido en una de las personas más conocidas de la ciudad y aún así seguía siendo un misterio para la mayoría de habitantes, ni la mitad de ellos sabía su nombre, ni su dirección, ni si tenía novio o familia, ni siquiera sabían si tenía otro trabajo aparte de bailar en ese bar.
De vez en cuando algún joven aparecía diciendo que se había acostado con ella, que era mágica y poderosa, como un huracán, como la corriente del agua. Iba una y otra vez a buscarla, gritaba su nombre desde la puerta pidiendo una noche más en su lecho, hasta que los de seguridad se cansaban y les hacían olvidarla para siempre.
Aquella noche ella vestía una camiseta granate que le quedaba algo pequeña, pues dejaba al descubierto su perfecta cintura y el pendiente de su ombligo. Llevaba también unos pantalones cortos, muy cortos con un cinturón ancho.
Ella volvió a subir al escenario de aquel lujoso cabaret y se acercó al micrófono:
- Hoy está la sala llena. Me alegra ver que todos venís a llenaros de emociones- Su dulce voz llenaba toda la sala. Nadie se atrevía a susurrar si quiera - Espero que os divirtáis muchísimo aquí y no sea vuestra última visita. Y ahora... vamos con el segundo espectáculo de la noche. Nuestras chicas más inocentes bailando "Baby One More Time". Gracias.
Los aplausos y piropos llenaron la sala mientras la voz de Britney sonaba en la sala, con más chicas bailando ahora en el escenario. Eran todas hermosas y sensuales pero ninguna se podía comparar con Ella.
Stephan contemplaba todo desde su mesa. Era la primera vez que entraba en un cabaret y intentaba acordarse de cada una de las sensaciones para después apuntarla en su diario. Stephan era profesor de inglés en una academia española. Tenía tres meses de vacaciones y aprovechaba para viajar y sacar a relucir su talento; la fotografía. Miro a la parte que separaba el escenario de los baños y vió a aquella diosa del pecado mirándole fijamente. Cuando sus miradas se cruzaron ella se mordió el labio y le hizo una seña para que se acercase, él estaba tan nervioso que podía oír los latidos de su corazón como si tuviese un altavoz en el pecho. Miró a su alrededor y vió a todos aquellos hombres mirando a las chicas con cara de viciosos, de repente sintió un asco increíble por todo aquello y se levantó. Ella ya no estaba en la puerta de los baños.
Espero que os guste :lala: tiene continuación ^^ Se aceptan todo tipo de críticas constructivas y si lees... ¡¡Comenta!!
jueves, 28 de agosto de 2008
Daria lo que tengo por tnerte aquí
Siempre he sido la clase de persona que infravalora a todo aquel que se pone excesivamente cursi/pesado con el amor pero ahora me toca verlo todo desde el otro punto de vista.
Llevo dos días sin apenas salir de casa, apenas como, apenas duermo... no tengo ganas de nada excepto de estar con él y no puedo.
Esta vida es una mierda... Odio todo esto...
Y lo peor es que aunque trate de evitarlo te echo tanto de menos...
4 meses... será imposible.
Te quiero
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nostalgia,
te echo de menos,
te quiero,
tenerte aquí,
tq,
volverte a ver
domingo, 10 de agosto de 2008
Por variar
Para la niña de los ojos tristes todo era vacío. Hacía mucho tiempo que había dejado de sentirse viva con el gran sentido que esta palabra tiene, aunque solo los que la han perdido loconocen. La vida es todo, es ilusión, es ganas de levantarse, de sonreír, de llorar, de perder o de ganar, de comerse el mundo, de cometer locuras, de atreverse, de acobardarse... la vida es lo bueno y lo malo y estás muerto cuando no tienes sensaciones ni sentimientos. Así se sentía ella.
Entonces sonó el teléfono. Lo dejó sonar. Espero a que alguien lo cogiera pero nadie lo hizo y finalmente descolgó el auricular. La voz de él sono fría, sin sentimientos, un golpe para ella, pero se armó de valor y contestó. La conversación no duró más que unos segundos y a ella le había dado un vuelco el corazón, su frío y muerto corazón. Se encontraron junto con todos los demás en un parque desierto. A ella le pareció que solo existía él y todos los demás eran un sueño o quizá todo fuese una pesadilla. Le observaba de reojo, mirando sin mirar, con dulzura, con dolor, intentando darle con una mirada todo lo que no podía. Nunca podría.
Entonces llego una chica. No era impresionante, pero era guapa. La conocía poco, tenía fama de ligerita de cascos, de lanzarse a cualquier ser vivo al cuello, siempre para morder aunque no siempre de la misma forma. Le abrazo, le sonrío con picardía, él la miraba con su falsa indiferencia. Y ella sentía la rabia, el dolor, el miedo, la fuerza renovada y la fragilidad... sentía tanto que se sintió desbordar y de nuevo volvió el vacío, pero estaba vez dolía como cien puñales.
miércoles, 23 de julio de 2008
Sigo con el capitulo 1. Gracias por los consejos ^^
---
- Sólo ha sido un susto... es lógico que se haya desmayado.
- Perder a su padre con tan sólo doce años...
- Y a su madre hace poco...
- Todo rerrible...
Alyna oía los fragmentos de una conversación como si proviniesen de muy lejos. Le costó abrir los ojos y darse cuenta de que estaba tumbada en la cama de su habitación y las mujeres que conversaban eran Minerva, su madrastra, y la enfermera del pueblo. Minerva estaba vestida de luto, con ropa elegante que a Alyna le pareció ofensiva por lo ajustado del corsé. Minerva tenía unos cuarenta años pero lucía un cuerpo de veinteañera, que atraía las miradas de los hombres y levantaba envidias entre las mujeres. Alyna estaba intentando recordar lo que había ocurrido cuando Minerva la miró con sus ojos felinos y sonrió con tristeza.
- Shayra, ¿puedes dejarnos solas? Necesito hablar con Alyna
-Claro, señora D'Avignon. Recuerde darle la poción una vez al día a la joven y al muchacho.
- ¿Dàmian?- Dijo Alyna de repente, comenzando a incorporarse- ¿Qué le ha pasado?
- Mi hijo está bien, Alyna - Minerva se acercó y obligó a la chica a recostarse de nuevo - Sólo tiene un pequeño resfriado. Debió cogerlo al traerte al castillo. Ha pasado contigo toda la noche, casi tuve que arrastrarle esta mañana para que se fuese a dormir, ¿sabes? - Minerva sonrió con dulzura y algo de orgullo. Alyna no sabía que decir, tanta gratitud la hizo sentirse algo mejor. Al ver que la niña no decía nada Minerva siguió hablando - Alyna, la muerte de tu padre ha sido un duro golpe para todos, incluso para la gente del pueblo que le querían con locura. Yo tambien quería a tu padre y supongo que por eso te entiendo mejor que nadie, pero debemos seguir adelante y continuar nuestras vidas. Como supondrás yo me haré cargo de tu tutela y seguiré llevando a cabo las funciones de alcalde de tu padre. Espero que todos pongamos de nuestra parte y facilitemos la convivencia, por el bien común.
Alyna la escuchó pensativa. No había pensado que Minerva se encargaría de ella hasta que pudiera valerse por sí misma y le pareció un cambio radical. Al darse cuenta que Minerva la miraba con impaciencia Alyna asintió levemente con la cabeza.
- Ayudaré en lo que pueda para que todo salga bien.
- Perfecto - Minerva se levantó y caminó hacia la puerta. Justo cuando estaba apunto de salir se giró. - Ah, en dos días será tu duodécimo cumpleaños, ¿Querías celebrarlo de alguna manera especial?
Alyna negó apresuradamente, era macabro celebrar que ella seguía viva un año más cuando su padre estaba muerto. Supuso que ese día sería el entierro y se sintió débil de pronto.
- Lo entiendo. Pronto te subirán algo de comer y una pócima que debes tomar. Al anochecer espero que estés mejor y puedas asistir al entierro.
- Claro. Estaré allí
Alyna vio como Minerva salía de la habitación sin asimilar todavía los cambios que habría en su vida; nunca más volvería a ver a Litheron, Minerva sería su tutora legal y la jueza y alcaldesa de todo Seandel, Alyna cumpliría 12 años y empezaría a dar más clases importantes. Se hallaba sumida en estos pensamientos cuando llamó la puerta y tuvo que darle paso forzando la voz. Dàmian entró a la habitación con una bandeja en sus manos y una sonrisa amable en los labios.
- Buenas tardes, princesa. - Se acercó y dejó la bandeja en una mesita para abrazar a su hermanastra.
- Aún me parece estúpido que me llames así. ¿Qué soy?¿La princesa sin reino? - Dijo la joven con dulzura, sin intentar ofender a Dàmian.
- No, eres la princesa de Seandel y podrías ser la reina de todo Inglorion si te lo propusieras.
- Loco- Alyna sonrió pero al instante volvió a su expresión seria, sintiendose culpable por mostrar alegría.
- ¿Qué tal estás?
- Físicamente no estoy mal, me duele la garganta y poco más. Mentalmente... me falta un poquito más para recuperarme, son muchos cambios repentinos.
- Dale tiempo. Yo pasé por algo parecido cuando murió mi padre y nuestros padres se conocieron. Al venir a vivir aquí fue un cambio tremendo pero sin ese cambio no nos conoceríamos.
- Es cierto. ¿Cuántos años hace ya que estás aquí?
- Cuatro. Aunque creo que nuestros padres se conocían de antes. - Permanecieron unos instantes en silencio pensando en el paso del tiempo y en las vueltas que da la vida. Después fue Dàmian quien rompió el silencio- Te dejo comer tranquila. Descansa un rato más y ve concienciándote para el entierro. Vendré a buscarte.
Alyna asintió en silencio, sin saber bien que decir. En otras circunstancias le habría pedido que no la dejara sola, que se quedase a su lado, pero en aquellos momentos necesitaba reflexionar.
- ¡Dàmian! - El aludido se giró antes de salir - Gracias por traerme al castillo y ayudarme en lo posible. Estoy en deuda contigo.
- Era mi deber, Alyna, eres mi mejor amiga.- A Alyna le sorprendió que la llamara amiga y no hermana, aunque si lo pensaba detenidamente, tenía a Dàmian más por su amigo que por su hermanastro. - No me debes nada, solo ponte bien.
Dàmian salió de la habitación cerrando la puerta tras de sí y Alyna sintió de repente el peso de la soledad.Se deshizo con rapidez del pesimismo e intento razonar y pensar en frío. Comió despacio, distraída y se tomó después la pócima que le habían llevado, reprimiendo las arcadas. Tenía un sabor realmente amargo, pero al poco tiempo sintió su energía renovada y bendijo el asqueroso elixir. Tras unos instantes se quedo dormida, pero no pudo dormir debido a las pesadillas con Minervas malvadas y hermanastros que sufrían torturas.
Se vistió con un vestido que le habia comprado su padre para el entierro de su tía Lorel, hacía un año. Se recogió el pelo en un moño sencillo y elegante y se miró en un espejo. Se veía años más mayor. Llamaron a la puerta y entró al dormitorio Claire, una criada de gesto tímido que no llegaría a los dieciocho años de edad, pero cuya familia acompañaba a la de Alyna desde hacía siglos.
- Le doy mi más sentido pesame, señorta. No sabe cuanto lamento la muerte de su señor padre.
- Gracias, Claire. ¿Qué deseas?
- La señora Minerva me ha dicho que la peine y le empolve un poco el rostro, señorita.
- ¿Maquillarme? Voy al entierro de mi padre no a una sala de prostitutas. - Claire bajó la vista, entre avergonzada y escandalizada. - Puedes irte, Claire, gracias por venir.
- Pero... - Alyna la miró con severidad y aunque parezca mentira, aquella niña de apenas doce años echaba fuego por la mirada.- En unos diez minutos saldrá la señora D'Avignon, señorita.
- Claire, ¿me puedes hacer un favor?- Claire asintió, algo asustada - No la llames señora D'Avignon en mi presencia. Llamala Minerva.
- Sí, señorita, disculpe.- La criada hizo una reverencia y salió apresuradamente. Alyna se sentía algo mejor tras desahogar su rabia. Se volvió a mirar en el espejo. EL pelo negro recogido así le hacía verse mayor y sus ojos plateados reflejaban el dolor de su pérdida. Salió de la habitación y recorrió el corto pasillo que había hasta las escaleras donde vió a Dàmian. Estaba tremendamente serio e iba vestido con un traje negro y gris. El cabello rubio oscuro estaba concienzudamente peinado.
- Iba a ir ahora a buscarte.- Dàmian reprimió las ganas de decirle a la chica lo elegante y hermosa que estaba y al mirar los ojos de plata de su amiga se dió cuenta de que algo había cambiado en Alyna y que a pesar de sus doce años tenía la madurez de alguien mucho mayor.- Creo que con todo el ajetreo no he tenido tiempo a... a darte el pésame. Lo siento. Yo también apreciaba a tu padre.
Alyna asintió con gravedad y cogió el brazo de Dàmian con delicadeza para descender las escaleras. Salieron del castillo detrás de Minerva y se dirigieron al cementerio, donde se enterraba a todas las personas de Seandel y donde Litheron quería descansar eternamente, junto a sus ciudadanos. Antes de la entrada al cementerio se había colocado un arco y una tarima para poder celebrar una misa al aire libre. Un monje estaba en la tarima, contemplando a los presentes mientras Alyna saludaba a los ciudadanos y sirvientes que la daban el pésame. Alyna y Dàmian se colocaron en primera fila junto a Minerva, que se limpiaba con un pañuelo de encaje las lágrimas que caían de sus ojos. Delante de la tarima había un ataúd cerrado en el que Alyna se imaginó a su padre, reprimiendo un escalofrío.
- Todo está saliendo como el quería- Murmuró Minerva, emocionada. El monje juntó las manos solemnemente, en actitud de rezo y la gente dejó de murmurar.
- Hermanos, hoy vamos a honrar la vida de un hombre cuyo nombre resonará por las calles de Seandel durante años. Litheron D'Avignon fue el mejor Reyechuelo que este pueblo ha podido tener y esperemos alcance la felicidad al lado del Señor...
Dàmian apretó la mano de su amiga que miraba el ataúd, pero ella no le respondió. Sentía que todo era una farsa, que si el señor existiese no se habría llevado a su padre.Cuando el monje terminó el discurso bajó de la tarima y Minerva se adelantó para subir. Alyna la miró con rabia y frialdad:
- Es mi padre, si no te importa quiero subir yo a la tarima.
- Claro, Alyna, estas en tu derecho.
- Por supuesto.- Alyna se adelantó y subió a la tarima lentamente con rigidez. Una vez allí echó un vistazo a los presentes y comenzó a hablar.
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- Sólo ha sido un susto... es lógico que se haya desmayado.
- Perder a su padre con tan sólo doce años...
- Y a su madre hace poco...
- Todo rerrible...
Alyna oía los fragmentos de una conversación como si proviniesen de muy lejos. Le costó abrir los ojos y darse cuenta de que estaba tumbada en la cama de su habitación y las mujeres que conversaban eran Minerva, su madrastra, y la enfermera del pueblo. Minerva estaba vestida de luto, con ropa elegante que a Alyna le pareció ofensiva por lo ajustado del corsé. Minerva tenía unos cuarenta años pero lucía un cuerpo de veinteañera, que atraía las miradas de los hombres y levantaba envidias entre las mujeres. Alyna estaba intentando recordar lo que había ocurrido cuando Minerva la miró con sus ojos felinos y sonrió con tristeza.
- Shayra, ¿puedes dejarnos solas? Necesito hablar con Alyna
-Claro, señora D'Avignon. Recuerde darle la poción una vez al día a la joven y al muchacho.
- ¿Dàmian?- Dijo Alyna de repente, comenzando a incorporarse- ¿Qué le ha pasado?
- Mi hijo está bien, Alyna - Minerva se acercó y obligó a la chica a recostarse de nuevo - Sólo tiene un pequeño resfriado. Debió cogerlo al traerte al castillo. Ha pasado contigo toda la noche, casi tuve que arrastrarle esta mañana para que se fuese a dormir, ¿sabes? - Minerva sonrió con dulzura y algo de orgullo. Alyna no sabía que decir, tanta gratitud la hizo sentirse algo mejor. Al ver que la niña no decía nada Minerva siguió hablando - Alyna, la muerte de tu padre ha sido un duro golpe para todos, incluso para la gente del pueblo que le querían con locura. Yo tambien quería a tu padre y supongo que por eso te entiendo mejor que nadie, pero debemos seguir adelante y continuar nuestras vidas. Como supondrás yo me haré cargo de tu tutela y seguiré llevando a cabo las funciones de alcalde de tu padre. Espero que todos pongamos de nuestra parte y facilitemos la convivencia, por el bien común.
Alyna la escuchó pensativa. No había pensado que Minerva se encargaría de ella hasta que pudiera valerse por sí misma y le pareció un cambio radical. Al darse cuenta que Minerva la miraba con impaciencia Alyna asintió levemente con la cabeza.
- Ayudaré en lo que pueda para que todo salga bien.
- Perfecto - Minerva se levantó y caminó hacia la puerta. Justo cuando estaba apunto de salir se giró. - Ah, en dos días será tu duodécimo cumpleaños, ¿Querías celebrarlo de alguna manera especial?
Alyna negó apresuradamente, era macabro celebrar que ella seguía viva un año más cuando su padre estaba muerto. Supuso que ese día sería el entierro y se sintió débil de pronto.
- Lo entiendo. Pronto te subirán algo de comer y una pócima que debes tomar. Al anochecer espero que estés mejor y puedas asistir al entierro.
- Claro. Estaré allí
Alyna vio como Minerva salía de la habitación sin asimilar todavía los cambios que habría en su vida; nunca más volvería a ver a Litheron, Minerva sería su tutora legal y la jueza y alcaldesa de todo Seandel, Alyna cumpliría 12 años y empezaría a dar más clases importantes. Se hallaba sumida en estos pensamientos cuando llamó la puerta y tuvo que darle paso forzando la voz. Dàmian entró a la habitación con una bandeja en sus manos y una sonrisa amable en los labios.
- Buenas tardes, princesa. - Se acercó y dejó la bandeja en una mesita para abrazar a su hermanastra.
- Aún me parece estúpido que me llames así. ¿Qué soy?¿La princesa sin reino? - Dijo la joven con dulzura, sin intentar ofender a Dàmian.
- No, eres la princesa de Seandel y podrías ser la reina de todo Inglorion si te lo propusieras.
- Loco- Alyna sonrió pero al instante volvió a su expresión seria, sintiendose culpable por mostrar alegría.
- ¿Qué tal estás?
- Físicamente no estoy mal, me duele la garganta y poco más. Mentalmente... me falta un poquito más para recuperarme, son muchos cambios repentinos.
- Dale tiempo. Yo pasé por algo parecido cuando murió mi padre y nuestros padres se conocieron. Al venir a vivir aquí fue un cambio tremendo pero sin ese cambio no nos conoceríamos.
- Es cierto. ¿Cuántos años hace ya que estás aquí?
- Cuatro. Aunque creo que nuestros padres se conocían de antes. - Permanecieron unos instantes en silencio pensando en el paso del tiempo y en las vueltas que da la vida. Después fue Dàmian quien rompió el silencio- Te dejo comer tranquila. Descansa un rato más y ve concienciándote para el entierro. Vendré a buscarte.
Alyna asintió en silencio, sin saber bien que decir. En otras circunstancias le habría pedido que no la dejara sola, que se quedase a su lado, pero en aquellos momentos necesitaba reflexionar.
- ¡Dàmian! - El aludido se giró antes de salir - Gracias por traerme al castillo y ayudarme en lo posible. Estoy en deuda contigo.
- Era mi deber, Alyna, eres mi mejor amiga.- A Alyna le sorprendió que la llamara amiga y no hermana, aunque si lo pensaba detenidamente, tenía a Dàmian más por su amigo que por su hermanastro. - No me debes nada, solo ponte bien.
Dàmian salió de la habitación cerrando la puerta tras de sí y Alyna sintió de repente el peso de la soledad.Se deshizo con rapidez del pesimismo e intento razonar y pensar en frío. Comió despacio, distraída y se tomó después la pócima que le habían llevado, reprimiendo las arcadas. Tenía un sabor realmente amargo, pero al poco tiempo sintió su energía renovada y bendijo el asqueroso elixir. Tras unos instantes se quedo dormida, pero no pudo dormir debido a las pesadillas con Minervas malvadas y hermanastros que sufrían torturas.
Se vistió con un vestido que le habia comprado su padre para el entierro de su tía Lorel, hacía un año. Se recogió el pelo en un moño sencillo y elegante y se miró en un espejo. Se veía años más mayor. Llamaron a la puerta y entró al dormitorio Claire, una criada de gesto tímido que no llegaría a los dieciocho años de edad, pero cuya familia acompañaba a la de Alyna desde hacía siglos.
- Le doy mi más sentido pesame, señorta. No sabe cuanto lamento la muerte de su señor padre.
- Gracias, Claire. ¿Qué deseas?
- La señora Minerva me ha dicho que la peine y le empolve un poco el rostro, señorita.
- ¿Maquillarme? Voy al entierro de mi padre no a una sala de prostitutas. - Claire bajó la vista, entre avergonzada y escandalizada. - Puedes irte, Claire, gracias por venir.
- Pero... - Alyna la miró con severidad y aunque parezca mentira, aquella niña de apenas doce años echaba fuego por la mirada.- En unos diez minutos saldrá la señora D'Avignon, señorita.
- Claire, ¿me puedes hacer un favor?- Claire asintió, algo asustada - No la llames señora D'Avignon en mi presencia. Llamala Minerva.
- Sí, señorita, disculpe.- La criada hizo una reverencia y salió apresuradamente. Alyna se sentía algo mejor tras desahogar su rabia. Se volvió a mirar en el espejo. EL pelo negro recogido así le hacía verse mayor y sus ojos plateados reflejaban el dolor de su pérdida. Salió de la habitación y recorrió el corto pasillo que había hasta las escaleras donde vió a Dàmian. Estaba tremendamente serio e iba vestido con un traje negro y gris. El cabello rubio oscuro estaba concienzudamente peinado.
- Iba a ir ahora a buscarte.- Dàmian reprimió las ganas de decirle a la chica lo elegante y hermosa que estaba y al mirar los ojos de plata de su amiga se dió cuenta de que algo había cambiado en Alyna y que a pesar de sus doce años tenía la madurez de alguien mucho mayor.- Creo que con todo el ajetreo no he tenido tiempo a... a darte el pésame. Lo siento. Yo también apreciaba a tu padre.
Alyna asintió con gravedad y cogió el brazo de Dàmian con delicadeza para descender las escaleras. Salieron del castillo detrás de Minerva y se dirigieron al cementerio, donde se enterraba a todas las personas de Seandel y donde Litheron quería descansar eternamente, junto a sus ciudadanos. Antes de la entrada al cementerio se había colocado un arco y una tarima para poder celebrar una misa al aire libre. Un monje estaba en la tarima, contemplando a los presentes mientras Alyna saludaba a los ciudadanos y sirvientes que la daban el pésame. Alyna y Dàmian se colocaron en primera fila junto a Minerva, que se limpiaba con un pañuelo de encaje las lágrimas que caían de sus ojos. Delante de la tarima había un ataúd cerrado en el que Alyna se imaginó a su padre, reprimiendo un escalofrío.
- Todo está saliendo como el quería- Murmuró Minerva, emocionada. El monje juntó las manos solemnemente, en actitud de rezo y la gente dejó de murmurar.
- Hermanos, hoy vamos a honrar la vida de un hombre cuyo nombre resonará por las calles de Seandel durante años. Litheron D'Avignon fue el mejor Reyechuelo que este pueblo ha podido tener y esperemos alcance la felicidad al lado del Señor...
Dàmian apretó la mano de su amiga que miraba el ataúd, pero ella no le respondió. Sentía que todo era una farsa, que si el señor existiese no se habría llevado a su padre.Cuando el monje terminó el discurso bajó de la tarima y Minerva se adelantó para subir. Alyna la miró con rabia y frialdad:
- Es mi padre, si no te importa quiero subir yo a la tarima.
- Claro, Alyna, estas en tu derecho.
- Por supuesto.- Alyna se adelantó y subió a la tarima lentamente con rigidez. Una vez allí echó un vistazo a los presentes y comenzó a hablar.
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martes, 15 de julio de 2008
Capítulo 1
Este es el primer capitulo de la niña de los ojos de plata, no es tan corto, pero he preferido dejarlo ahí. el nombre de la chica ha cambiado de Brystianne a Alyna.
Espero que os guste :)
Alyna estaba sentada bajo la luna, con sus ojos de plata tristes, que habían perdido el brillo feliz que otorga la ignorancia de la inocencia. Tenía la vista fija en sus rojos zapatitos, pero no los miraba de verdad, se hallaba sumida en sentimientos dolorosos y recuerdos que ahogaban.
Sentía como su mente se volvía loca, se apagaba queriendo gritar sin poder, su cuerpo se entumecía hasta que no podía mover ni un músculo. Entonces recordó a su padre tumbado en la cama, con los ojos cerrados, sumergido en un eterno sueño, mil imágenes pasaron delante de sus ojos y por fin gritó. Siguió gritando, loca de dolor y cayó de rodillas en la fría nieve. Chilló sin cesar el nombre de su padre, llorando hasta que el frío la inmovilizó y la garganta le dolía terriblemente. Se derrumbó y quedó tumbada de lado, sin dejar de sollozar y pensó que tal vez si se quedaba allí iría con su padre y podría volver a ver sus ojos azules rebosantes de seguridad y cariño.
En ese mismo instante llegó un joven corriendo con prisas. Alyna no le dio la menor importancia, ni siquiera le intentó mirar.
- ¡Alyna! Dime algo... ¿estas bien? - El chico se arrodilló a su lado y la colocó boca arriba.
- Padre... - Murmuró la joven con la vista borrosa y perdiendo la consciencia por momentos
- Soy Dàmian, Alyna. Todo saldrá bien... - Dàmian la levantó en brazos con dificultad y comenzó a andar hacia el castillo, preocupado.
- Dàm... ¿me llevas con papá? - La voz de Alyna era tan leve que él tuvo que hacer un gran esfuerzo para entenderla
- No Alyna, tu padre está en el cielo y no es la hora de que te encuentres con él.- Los dos callaron y por fin visualizaron el castillo, del que salió un guardia corriendo para ayudar a Dàmian. Alyna perdió completamente la consciencia y se desmayó en brazos de su hermanastro.
Espero que os guste :)
Alyna estaba sentada bajo la luna, con sus ojos de plata tristes, que habían perdido el brillo feliz que otorga la ignorancia de la inocencia. Tenía la vista fija en sus rojos zapatitos, pero no los miraba de verdad, se hallaba sumida en sentimientos dolorosos y recuerdos que ahogaban.
Sentía como su mente se volvía loca, se apagaba queriendo gritar sin poder, su cuerpo se entumecía hasta que no podía mover ni un músculo. Entonces recordó a su padre tumbado en la cama, con los ojos cerrados, sumergido en un eterno sueño, mil imágenes pasaron delante de sus ojos y por fin gritó. Siguió gritando, loca de dolor y cayó de rodillas en la fría nieve. Chilló sin cesar el nombre de su padre, llorando hasta que el frío la inmovilizó y la garganta le dolía terriblemente. Se derrumbó y quedó tumbada de lado, sin dejar de sollozar y pensó que tal vez si se quedaba allí iría con su padre y podría volver a ver sus ojos azules rebosantes de seguridad y cariño.
En ese mismo instante llegó un joven corriendo con prisas. Alyna no le dio la menor importancia, ni siquiera le intentó mirar.
- ¡Alyna! Dime algo... ¿estas bien? - El chico se arrodilló a su lado y la colocó boca arriba.
- Padre... - Murmuró la joven con la vista borrosa y perdiendo la consciencia por momentos
- Soy Dàmian, Alyna. Todo saldrá bien... - Dàmian la levantó en brazos con dificultad y comenzó a andar hacia el castillo, preocupado.
- Dàm... ¿me llevas con papá? - La voz de Alyna era tan leve que él tuvo que hacer un gran esfuerzo para entenderla
- No Alyna, tu padre está en el cielo y no es la hora de que te encuentres con él.- Los dos callaron y por fin visualizaron el castillo, del que salió un guardia corriendo para ayudar a Dàmian. Alyna perdió completamente la consciencia y se desmayó en brazos de su hermanastro.
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martes, 8 de julio de 2008
La niña de los ojos de plata
Esta imágen la encontré en Deviantart y simplemente me enamoró, igual q las otras q podéis ver en la imágen de mi blog. Esta imágen también me encanta... dios es que hay cada muchacha que madre mía *-*
La niña de los ojos de plata.... he decidido llamarla así. Ya me ha inspirado una historia, como todo lo bello,que lo bueno que tiene es que inspira.
Alyna miró a su padre con sus ojos de plata llenos de lágrimas, conteniendo todo el dolor que manaba de su interior.
- Padre no te vayas... no me dejes sola
- Alyna, niña del cielo, ojos de Luna, ángel de mi corazón... recuerda que nadie debe quitarte tu luz porque no eres como las demás, eres especial. Notarás los celos de los envidiosos y tendrás lo que desees porque habrá quien te adore, pero tu ignora a unos y a otros, vive tu vida como te apetezca y sé feliz. No dejes que rompan tu inocencia y destrocen tu corazón porque eres una de las cosas más bonitas de este mundo. Cuando yo... cuando yo te deje...
- No padre, no te despidas, por favor... - Alyna echó a llorar con desesperación y abrazó a su padre, que se hallaba tumbado en el lecho.
- No mi niña, no llores porque me voy. Iré al cielo, con Dios todopoderoso y te protegeré desde allí arriba. Recuerdame pero que no te entristezca no verme porque estaré contigo, siempre... - La voz de Litheron se iba apagando a medida que hablaba. - Y ahora escucha. Me voy a morir, niña mía, pero no me preocupo porque sé que Dàmian cuidará de ti. Espero que seas feliz, angel mío.
Padre e hija quedaron así abrazados hasta que los destellos de los primeros rayos de sol se llevaron consigo el último suspiro del Rey.
Es un cacho de la historia de la niña de ojos de plata que no sé si omitir... Pero bueno, espero que os guste, a mi la última frase me encanta.
Si encontráis errores ponermelo en algún comentario porfiii!!
Y aviso de que todos los textos subidos al blog son míos y tengo los derechos de autor de cada obra por lo que no está permitida la reproducción de estos sin mi permiso. :)
Saludooos:
Voleuse*
La niña de los ojos de plata.... he decidido llamarla así. Ya me ha inspirado una historia, como todo lo bello,que lo bueno que tiene es que inspira.
Alyna miró a su padre con sus ojos de plata llenos de lágrimas, conteniendo todo el dolor que manaba de su interior.
- Padre no te vayas... no me dejes sola
- Alyna, niña del cielo, ojos de Luna, ángel de mi corazón... recuerda que nadie debe quitarte tu luz porque no eres como las demás, eres especial. Notarás los celos de los envidiosos y tendrás lo que desees porque habrá quien te adore, pero tu ignora a unos y a otros, vive tu vida como te apetezca y sé feliz. No dejes que rompan tu inocencia y destrocen tu corazón porque eres una de las cosas más bonitas de este mundo. Cuando yo... cuando yo te deje...
- No padre, no te despidas, por favor... - Alyna echó a llorar con desesperación y abrazó a su padre, que se hallaba tumbado en el lecho.
- No mi niña, no llores porque me voy. Iré al cielo, con Dios todopoderoso y te protegeré desde allí arriba. Recuerdame pero que no te entristezca no verme porque estaré contigo, siempre... - La voz de Litheron se iba apagando a medida que hablaba. - Y ahora escucha. Me voy a morir, niña mía, pero no me preocupo porque sé que Dàmian cuidará de ti. Espero que seas feliz, angel mío.
Padre e hija quedaron así abrazados hasta que los destellos de los primeros rayos de sol se llevaron consigo el último suspiro del Rey.
Es un cacho de la historia de la niña de ojos de plata que no sé si omitir... Pero bueno, espero que os guste, a mi la última frase me encanta.
Si encontráis errores ponermelo en algún comentario porfiii!!
Y aviso de que todos los textos subidos al blog son míos y tengo los derechos de autor de cada obra por lo que no está permitida la reproducción de estos sin mi permiso. :)
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