Caminaba entre las mesas moviendo las caderas de aquella forma tan única, de aquella grácil forma.
Un hombre la miró con deseo cuando pasaba y la lanzó un piropo al aire:
- Tus ojos son los luceros que alumbran mi camino, preciosa.
Ella se giró y tras guiñarle un ojo le dedicó una sonrisa dulce, llena de esa picardía que la caracterizaba, con ese brillo peligroso en los ojos que a todos volvía loco.
Ella no era de nadie, nada la ataba, era sensual, poderosa, libre, por eso todos deseaban tener cualquier acercamiento a ella. Era el pecado en forma de mujer morena que no pasaría de los veinticinco.
Se había convertido en una de las personas más conocidas de la ciudad y aún así seguía siendo un misterio para la mayoría de habitantes, ni la mitad de ellos sabía su nombre, ni su dirección, ni si tenía novio o familia, ni siquiera sabían si tenía otro trabajo aparte de bailar en ese bar.
De vez en cuando algún joven aparecía diciendo que se había acostado con ella, que era mágica y poderosa, como un huracán, como la corriente del agua. Iba una y otra vez a buscarla, gritaba su nombre desde la puerta pidiendo una noche más en su lecho, hasta que los de seguridad se cansaban y les hacían olvidarla para siempre.
Aquella noche ella vestía una camiseta granate que le quedaba algo pequeña, pues dejaba al descubierto su perfecta cintura y el pendiente de su ombligo. Llevaba también unos pantalones cortos, muy cortos con un cinturón ancho.
Ella volvió a subir al escenario de aquel lujoso cabaret y se acercó al micrófono:
- Hoy está la sala llena. Me alegra ver que todos venís a llenaros de emociones- Su dulce voz llenaba toda la sala. Nadie se atrevía a susurrar si quiera - Espero que os divirtáis muchísimo aquí y no sea vuestra última visita. Y ahora... vamos con el segundo espectáculo de la noche. Nuestras chicas más inocentes bailando "Baby One More Time". Gracias.
Los aplausos y piropos llenaron la sala mientras la voz de Britney sonaba en la sala, con más chicas bailando ahora en el escenario. Eran todas hermosas y sensuales pero ninguna se podía comparar con Ella.
Stephan contemplaba todo desde su mesa. Era la primera vez que entraba en un cabaret y intentaba acordarse de cada una de las sensaciones para después apuntarla en su diario. Stephan era profesor de inglés en una academia española. Tenía tres meses de vacaciones y aprovechaba para viajar y sacar a relucir su talento; la fotografía. Miro a la parte que separaba el escenario de los baños y vió a aquella diosa del pecado mirándole fijamente. Cuando sus miradas se cruzaron ella se mordió el labio y le hizo una seña para que se acercase, él estaba tan nervioso que podía oír los latidos de su corazón como si tuviese un altavoz en el pecho. Miró a su alrededor y vió a todos aquellos hombres mirando a las chicas con cara de viciosos, de repente sintió un asco increíble por todo aquello y se levantó. Ella ya no estaba en la puerta de los baños.
Espero que os guste :lala: tiene continuación ^^ Se aceptan todo tipo de críticas constructivas y si lees... ¡¡Comenta!!
miércoles, 3 de septiembre de 2008
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